HAILE SELASSIE, DIOS O DICTADOR.
Haile Selassie, dictador para algunos que conocieron el poder del que gozaba el Emperador y para otros un emblemático de la religión islámica-cristiana o personaje de una de las profesáis más religiosas, como “el león de juda”. Lo cierto es que Haile Selassie tenía dos imágenes y ambas podrían encarnarse en un mismo personaje.
La primera imagen que “conocida por la opinión pública internacional presentaba al emperador como un monarca valiente, al que caracterizaban unas energía inagotable, una mente despierta y una profunda sensibilidad, que se había fijado el ambicioso objetivo de sacar a su país del subdesarrollo” (Kapuscínski, 1989, Pág. 127). El León de Judá como había sido llamado después de su coronación representa al Emperador: el Conquistador; esta era la imagen con la cual Robert Marley, mostro al mundo algunos de sus trabajos musicales y que en cada concierto saludaba en el “nombre de Selassie JAH Ras Tafari, siempre vivo, siempre fiel, siempre verdad” (http://www.protestantedigital.com/new/nowleerarticulo.php?a=620). Y a menudo colocaba la imagen del rostro del emperador detrás del escenario.
“La segunda imagen que iba formando gradualmente la parte critica, presentaba al monarca como un soberano capaz de hacer cualquier cosa con tal de mantener su poder, y ante todo, como un gran demagogo y un paternalista teatral, que con sus gestos y palabras enmascaraba la venalidad, la razón y el servilismo de la elite gobernante, por él creada y mimada” (Kapuscínski, 1989, Pág. 127). Así es como el escritor Kapuscínski, describe al Emperador africano que fue coronado en 1930.
Paradójicamente el gran señor nunca dio la más insignificante muestra de excitación, de ira, de rabia o descontento. Desconocía por completo semejantes estados de ánimo, que tenía nervios de acero, fríos y muertos. “Los nervios son signo de debilidad que anima a los adversarios” (Kapuscínski, 1989, Pág. 15) y Haile Selassie, no los tenía en absoluto. Sin embargo esto tampoco quería decir que fueran las cualidades de un “dios”, sino más bien las cualidades de alguien que pretende quedarse en el poder.
El emperador hizo varios cambios que dejaban ver el deseo de mejorar las condiciones humanas y el derecho a una vida más digna. “A principios de su carrera como monarca prohibió que se cortasen piernas y brazos, práctica que había sido habitual como castigo” (Kapuscínski, 1989, Pág. 67). Compra las primeras imprentas, suprime la costumbre de encadenar a los presos, todo para dejar ver su bondad y el deseo de cambiar su país a una nación más desarrollada y poderosa.
El deseo a dejar la esclavitud de los negros era algo que enorgullecía al mundo y en algunas ocasiones en los discursos que decía, siempre tenía presente el deseo de igualdad y de paz. Así fue como inspiro al cantante Bob Marley a escribir una canción que decía lo siguiente: “hasta que ya no haya primera clase y segunda clase de ciudadanos, en cualquier nación y hasta que el color de la piel del hombre no sea más significante que el color de sus ojos, yo diré guerra y hasta que los derechos humanos básicos sean igualmente garantizados para todos, sin distinción de raza; esto será una guerra” (Bob Marley, 1976). Con lo que el cantante afirmaba el pensamiento que tenía hacia el emperador africano, pues no solo era “dios”, también el designado por una profecía que estaba ligada a liberar a los negros de la esclavitud.
El monarca no hacía uso de la lectura ni de la escritura, recogía de sus súbditos lo que le debía ser comunicado y no aquello que le quisieran informar. Para las decisiones mal tomadas otros eran los culpables, “el honorable señor podía achacarlo a la estupidez del ministro, el infortunado tomaba decisiones malignas y estúpidas” (Kapuscínski, 1989, Pág. 17).
Para los jóvenes que salían del país a estudiar y luego regresaban y para los que estudiaban en la única universidad de Etiopía, tenían un destino; aprender a pensar y ver las desgracias en las que estaba sumido su pueblo ciego por la imagen, que se les había vendido del emperador. Es esta una de las razones que llevaron a montar el primer ataque contra el imperio. Pero, también son estas personas las que sufrieron toda la época de hambruna y de pobreza que se vivía en Etiopía, ellos fueron los que mostraron la verdadera esencia del gran emperador, del Rey de Reyes, como así le llamaban aquellos leales a su mandato.
El emperador “pretendía un orden de principios, es decir, orden sí, pero con un cierto margen de desorden donde pudieran manifestarse su bondad y condescendencia” (Kapuscínski, 1989, Pág. 42). Eso se veía en los nombramientos a los diferentes cargos de poder que el designaba, es decir, “el emperador de repente podía nombrar para un cargo a alguien del estrato social más bajo” (Kapuscínski, 1989, Pág. 43). Pero al mismo tiempo eran estas personas a las que Selassie tenía más confianza pues eran personas mucho más leales a su señor.
Definir si Haile Selassie era “el león de juda”, como lo quiso mostrar Robert Marley o si mejor era un dictador como lo describe Kapuscínski, es un asunto complicado, pues los dos desde su punto de vista tienen razón en la descripción que hacen del gran Emperador. Lo cierto es que si el gran señor hizo mucho daño a su pueblo, también hizo que Etiopía dejara de ser un simple país regido por un impero y se convirtiera en una historia influyente en el desarrollo de algunos hechos importantes en el mundo.
“La segunda imagen que iba formando gradualmente la parte critica, presentaba al monarca como un soberano capaz de hacer cualquier cosa con tal de mantener su poder, y ante todo, como un gran demagogo y un paternalista teatral, que con sus gestos y palabras enmascaraba la venalidad, la razón y el servilismo de la elite gobernante, por él creada y mimada” (Kapuscínski, 1989, Pág. 127). Así es como el escritor Kapuscínski, describe al Emperador africano que fue coronado en 1930.
Paradójicamente el gran señor nunca dio la más insignificante muestra de excitación, de ira, de rabia o descontento. Desconocía por completo semejantes estados de ánimo, que tenía nervios de acero, fríos y muertos. “Los nervios son signo de debilidad que anima a los adversarios” (Kapuscínski, 1989, Pág. 15) y Haile Selassie, no los tenía en absoluto. Sin embargo esto tampoco quería decir que fueran las cualidades de un “dios”, sino más bien las cualidades de alguien que pretende quedarse en el poder.
El emperador hizo varios cambios que dejaban ver el deseo de mejorar las condiciones humanas y el derecho a una vida más digna. “A principios de su carrera como monarca prohibió que se cortasen piernas y brazos, práctica que había sido habitual como castigo” (Kapuscínski, 1989, Pág. 67). Compra las primeras imprentas, suprime la costumbre de encadenar a los presos, todo para dejar ver su bondad y el deseo de cambiar su país a una nación más desarrollada y poderosa.
El deseo a dejar la esclavitud de los negros era algo que enorgullecía al mundo y en algunas ocasiones en los discursos que decía, siempre tenía presente el deseo de igualdad y de paz. Así fue como inspiro al cantante Bob Marley a escribir una canción que decía lo siguiente: “hasta que ya no haya primera clase y segunda clase de ciudadanos, en cualquier nación y hasta que el color de la piel del hombre no sea más significante que el color de sus ojos, yo diré guerra y hasta que los derechos humanos básicos sean igualmente garantizados para todos, sin distinción de raza; esto será una guerra” (Bob Marley, 1976). Con lo que el cantante afirmaba el pensamiento que tenía hacia el emperador africano, pues no solo era “dios”, también el designado por una profecía que estaba ligada a liberar a los negros de la esclavitud.
El monarca no hacía uso de la lectura ni de la escritura, recogía de sus súbditos lo que le debía ser comunicado y no aquello que le quisieran informar. Para las decisiones mal tomadas otros eran los culpables, “el honorable señor podía achacarlo a la estupidez del ministro, el infortunado tomaba decisiones malignas y estúpidas” (Kapuscínski, 1989, Pág. 17).
Para los jóvenes que salían del país a estudiar y luego regresaban y para los que estudiaban en la única universidad de Etiopía, tenían un destino; aprender a pensar y ver las desgracias en las que estaba sumido su pueblo ciego por la imagen, que se les había vendido del emperador. Es esta una de las razones que llevaron a montar el primer ataque contra el imperio. Pero, también son estas personas las que sufrieron toda la época de hambruna y de pobreza que se vivía en Etiopía, ellos fueron los que mostraron la verdadera esencia del gran emperador, del Rey de Reyes, como así le llamaban aquellos leales a su mandato.
El emperador “pretendía un orden de principios, es decir, orden sí, pero con un cierto margen de desorden donde pudieran manifestarse su bondad y condescendencia” (Kapuscínski, 1989, Pág. 42). Eso se veía en los nombramientos a los diferentes cargos de poder que el designaba, es decir, “el emperador de repente podía nombrar para un cargo a alguien del estrato social más bajo” (Kapuscínski, 1989, Pág. 43). Pero al mismo tiempo eran estas personas a las que Selassie tenía más confianza pues eran personas mucho más leales a su señor.
Definir si Haile Selassie era “el león de juda”, como lo quiso mostrar Robert Marley o si mejor era un dictador como lo describe Kapuscínski, es un asunto complicado, pues los dos desde su punto de vista tienen razón en la descripción que hacen del gran Emperador. Lo cierto es que si el gran señor hizo mucho daño a su pueblo, también hizo que Etiopía dejara de ser un simple país regido por un impero y se convirtiera en una historia influyente en el desarrollo de algunos hechos importantes en el mundo.
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